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El entendía un poco de esto; ¡había regalado tantos collares!... Luego, Alicia le mostró las manos. Dos sortijas de factura artística, pero sin una piedra, de escaso valor intrínseco, eran lo único que adornaba sus dedos.
Vestía una finísima camisa adornada con encajes, según el estilo del país, enaguas de seda de color obscuro; llevaba una pañoleta de seda encarnada sobre el pecho, y se envolvía en un rebozo fino, de seda también, con larguísimos flecos morados. Llevaba, además, pendientes de oro; adornaba su cuello con una sarta de corales y calzaba zapatos de seda muy bonitos.
Y lo peor era que la adornaba con tales gorgoritos, con tan descabelladas florituras, con cadencias tan detestables, y que los versos eran tan malos, que Chateaubriand hubiera podido citar, con harto derecho a juicio de conciliación, al poeta, al compositor y al cantor, como reos de un abuso de popularidad.
A pesar mío, mis ojos se dirigían hacia la zona iluminada que aparecía redonda sobre la boca de la sima; miraba con amor la guirnalda de verdura que adornaba el borde del pozo, las grandes ramas con su follaje superpuesto, que los rayos del sol doraban alegremente, y los pájaros lejanos volando con libertad por el azul del cielo.
Escaló por una parra que adornaba el balcón del cuarto de su suegro, que solía quedar abierto cuando él no dormía en casa. Por desgracia estaba cerrado. Entonces sacó el estoque, y metiéndolo por la rendija de la puerta logró levantar el pestillo y entró. Una persona le había visto: Cecilia.
23 Saúl y Jonatán, amados y queridos en su vida, en su muerte tampoco fueron apartados. Más ligeros que águilas, más fuertes que leones. 24 Hijas de Israel, llorad sobre Saúl, que os vestía de escarlata en sus fiestas, que adornaba vuestras ropas con ornamentos de oro. 25 ¡Cómo han caído los valientes en medio de la batalla! ¡Jonatán, muerto en tus alturas!
La adornaba una muy picuda y afilada nariz, y una boca hecha de encargo para respirar por ella, pues no eran sus órganos respiratorios los más fáciles y expeditos.
Entonces, en medio del azorado mutismo, Beatriz se adelantó sin vacilar. Una dueña la tironeaba el faldellín; pero la hija de don Alonso, mirando aquellas manos tan tempranamente enrojecidas por el coraje, desprendió un favor azul que adornaba sus rizos, y, llegándose a Ramiro, se lo anudó ella misma en las agujetas del jubón con sus temblorosas manitas, blancas como la luna.
El mismo alcázar de Sevilla, más que moro, es mudejar, y honra más el buen gusto del caprichoso y popular tirano D. Pedro de Castilla, que la elegancia del rey poeta Almotamid, ó la magnificencia de su tremendo padre, que adornaba sus jardines y las puertas de su alcázar con las cortadas cabezas de sus enemigos.
El mismo adornaba las paredes con nuevos lotes de cuadros, dando martillazos en lo alto de una escalera, para ahorrarse el gasto de un obrero. Quería ofrecer á los hijos ejemplos de economía. En sus horas de inactividad cambiaba de sitio los muebles más pesados, ocurriéndosele toda especie de combinaciones.
Palabra del Dia