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Concibo perfectamente por qué los sacerdotes quieren una sumisión ciega y predican tan ardientemente esta fe religiosa que adopta sin examen y adora sin murmurio; ello es la base de su imperio; y éste está perdido desde que se razona".

Y, vive Dios, señora, que contento estoy, porque, al fin, de lo que habéis dicho aparece que yo puedo contentaros en algo, y ponerme en ocasión de que sepáis que para vos tengo yo toda la sangre que late en este corazón que os adora.

De su padre sólo tenía algo en lo físico: la educación y el alma eran de su madre. Si Sánchez Morueta, al escoger el yerno, se colocaba frente á su mujer, era casi seguro que Pepita no le seguiría á él. La amo decía el millonario, la amo á pesar de todo. Pepita me quiere á su manera; es cariñosa conmigo, me mima y me adora, especialmente cuando su madre la encarga que me pida algo.

... ¿Le extraña a usted?... No ha salido a su padre, por fortuna... Es un corazón excelente y un espíritu distinguido. Adora el pueblo en que nació y, aunque sus padres son muy ricos, no ha querido convertirse en un señor... Después de haber hecho excelentes estudios agrarios, ha vuelto a su casa, y en materia forestal no dudo que puede dar quince y raya al guarda general de Val-Clavin.

¿Cómo queréis que esté una recién casada que adora á su marido, y que ni aun sabe dónde para? ¡Es verdad! ¡es verdad! pues bien; toma, Margarita, toma; he mandado romper el proceso de don Juan Téllez Girón, y aquí está la orden de libertad. El rey dió á Margarita de Austria el pliego cerrado que contenía el auto. Pasó una alegría infinita por los ojos de la reina.

Lo dicho, dicho: soy infinitamente misericordioso contigo, dándote un bien que no mereces, deparándote un marido honrado y que te adora, y todavía refunfuñas y pides más, más, más... Ved aquí por qué se cansa Uno de decir que a todo... No calculan, no se hacen cargo estas desgraciadas.

La Virgen de la Esperansa, la que se adora en San Gil, ¡Cristo de la Espirasión! aquella señora sabe lo que he llorao por ti.

Sin embargo, ocurre que el sol, que tiene celos del agua, a la que también adora, sorprende a los dos amantes y se pone furioso. «¡Ah! exclama en ese tono con que se dicen estas cosas en las comedias ¡ah! ¿Conque estás hablando de amores con la sal? ¿Conque la has hecho salir de su cárcel, donde estaba encerrada por orden mía? ¡Pues yo voy a castigarte!» Y entonces el sol, que es un hombre terrible, manda un rayo feroz contra el agua; la cual, como es tan inocente, tan medrosica, abandona a la sal y huye toda asustada.

JARIFA. De la de entrambos el postrero día, Si no me consolara, Gallardo dueño mío, Señor del alma, que la tuya adora, Que la fortuna avara No es peña, monte o río, Sino mudable viento de hora en hora; La ausencia, que ya llora El corazón presente, Me acabara la vida, Que vive entretenida De que has de estar tan poco tiempo ausente Cuanto pueda llamarte Para poder secretamente hablarte.

Ni estás solo, ni te hallas tan falto de afectos. ¿No deseas mi consejo? Pues ahí lo tienes. Vuelve los ojos á tu casa: procura unirte á tu familia. Invéntate una felicidad para tu uso, como esa que te forjaste al lado de una desconocida. Imagínate que tu mujer te adora, y aunque no sea cierto, esa mentira resultará menos dolorosa que la otra, pues no conocerás la infidelidad, ni los celos.