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En este mismo tiempo los turcoples que servian al emperador, declarados por rebeldes, porque á imitacion de los catalanes quisieron que se les pagase el sueldo ó hacerse contribuir con las armas, no pudieron, por ser pocos, mantenerse por , enviaron á decir á los catalanes que si les admitirían en su compañía.

Valiéndose de la ocasion presente de ver á los Catalanes enemigos de los Griegos, enviaron á Galípoli sus mensajeros á tentar el ánimo de los nuestros, y si admitirían algun trato queriendo venirles á servir. Mostraron que no les desplacia. Los Catalanes con esto enviaron á los mensajeros una fragata armada, y con ella vino Jiménez su Capitan con diez compañeros á concluir el trato.

No quiso intentar nuevo trato para volver al servicio de Andronico, ó porque dudó que no se lo admitirían, ó ya que lo admitiesen receló no fuese para despues de aseguralle darles la muerte; porque sabían que los Griegos y su Príncipe Andronico estaban muy ofendidos, de que en la batalla que los Catalanes ganaron cabo Apro, ellos fueron los primeros que desampararon á Miguel, y despues dexaron las vanderas Imperiales de Andronico á quien servian, y se juntaron con los Catalanes, y Aragoneses sus mayores enemigos, y por siete años continuos destruyeron con ellos el Imperio; causas bastantes para temer cualquiera reconciliacion, que tan grandes ofensas nunca se olvidan.

Le era imposible volver a la fábrica de gorras: estaba muy lejos, y además no la admitirían después del escándalo de su fuga. Pero conocía otros oficios menudos e insignificantes, de los que están al alcance de las muchachas pobres y las ayudan a engañar el hambre. Haría «flores» para los corsés, se dedicaría a emballenarlos.

Harto sabía que a título de amigo, como visita, de igual a igual, nunca le admitirían; pero ¿qué le importaba si conseguía ver a Paz y salir de dudas? Don Luis le recibió en el despacho. Sobre una de las butacas se veían un periódico de modas y un cestito de labor. «Esto es de ella» imaginó Pepe, y este ella que subrayó con el pensamiento, le pareció ambiciosamente ridículo.