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Si un huevo pasaba por el anillo o pesaba un adarme menos que otro, lo dejaba.

Dos horas se llevaron en la calle de Cuchilleros, cogiendo y soltando animales, acosados por los vendedores, a quienes Plácido trataba a la baqueta. Echábaselas él de tener un pulso tan fino para apreciar el peso, que ni un adarme se le escapaba. Después de dejarse allí bastante dinero, tiraron para otro lado.

Pues en su lugar había un prado que cogía parte de la plaza de San Francisco. Allí jugábamos al jito, y á la catona, hasta sudar la gota de medio adarme; también jugábamos á las guerrillas y al rodrigón, juegos muy en uso entonces que los había traído un salmista de Cervatos, emigrado por cierto pique que tuvo con un prebendado de aquella Colegial.

La verdad es que ya tienes tiempo para haber aprendido un poco de crianza... ¡Cuidado que se necesita no tener un adarme para quedarse hecho una estaca cuando una persona decente, cuando un caballero, nos hace el favor de preguntarnos cómo estamos! Yo, viéndola tan irritada, traté de calmarla con algunas frases de disculpa.

Haced las suposiciones que bien os parezcan, no sacaréis del comun de los hombres, con respecto al sentido íntimo, mas que lo que habeis sacado del recuerdo del Escorial: «es asi y no hay masAquí no hay actos reflejos, la certeza acompaña al directo; y todas las reflexiones filosóficas no son capaces de añadir un adarme de seguridad, á la que nos da la fuerza misma de las cosas, el instinto de la naturaleza.

Preferible es en ocasiones un adarme de corazón a una arroba de habilidad; donde fracasan las huecas fórmulas, vence el sentimiento, con su espontánea elocuencia. A fuerza de quebrarse los cascos ideando manera de anudar el diálogo con su esposa, ocurriole al novio aprovechar una circunstancia insignificante.

Hice la historia: revelé detalles atroces: todos los políticos y los periodistas se quedaron estupefactos. Estos políticos y estos periodistas he de advertirte que son una gente muy inocente: con un adarme de ingenio y otro de audacia se les asombra a todos. Por eso no es extraño que ante mi artículo abrieran espantados los ojos.

¡Tiologías! gritó Fortunata exaltándose y moviendo los brazos como una actriz en pasaje de empeño . Si hubieras tenido tanto así de dignidad, me habrías pegado un tiro... No lo has hecho. Mejor para . Y otra cosa te digo. Si hubieras tenido un adarme de sangre de hombre, cuando viste a ese y a esa, les habrías pegado seis tiros, dejándoles secos a los dos. Pero no tienes sangre.

En cuanto a los cuadros, había que descolgarlos y limpiarlos por detrás lo mismo que por delante. «Si no tenéis alma, ni un adarme de gracia de Dios les decía , y no os habéis de condenar por malas, sino por puercas». El sábado aquel mandó, como digo, dar cera y brochado al piso de la sala, encargando a Fortunata y a otra compañera que se lo habían de dejar lo mismo que la cara del Sol.

Yo me conozco bien, no me doy ni me quito ni un adarme de lo que realmente peso, puesto en la balanza del matrimonio; creo que no carezco de algunas cualidades que me harían apreciar y respetar y aun amar de una mujer joven; pero la comparación con otro me revela mis años, que no son floja cuenta para el caso; me revela mis achaques, que se han iniciado precisamente ahora como un aviso, como una advertencia que Dios me hace por conducto de la Naturaleza.