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Aguilar y Cano, de quien hemos copiado los anteriores datos, nos facilita otros muy interesantes, que íntimamente se relacionan con el objeto que nos hemos propuesto en este artículo, dándonos á conocer el Catálogo de la pinacoteca que perteneció al Sr. marqués de Armuña, notable coleccionista de cuadros, vecino de la misma ciudad de Estepa, en que figuraban además de muchos asuntos religiosos, otros también numerosos de vistas de ciudades, paisajes, retratos, cacerías, bodegones, etc., cuya simple enumeración da á conocer el subido interés artístico de aquella galería, que juntamente con la de D. Adán, reuniéronse en D. Francisco Cecilio Centurión y Córdoba hijo y sucesor de D. Adan y nieto del de Armuña; la cual es probable pare hoy en poder del descendiente de aquel, Excmo.

Así lo hizo ya el justo Abel en su tiempo, y hasta el grandísimo pícaro de Caín puso su primer diente, amarillo y apestoso como uno de ajo, escondido entre la piel de perro negro que le servía de cabecera. De Adán y Eva no se sabe nada: lo cual á nadie extraña, porque como nacieron grandecitos, claro está que no mudaron los dientes.

Domingo, de Baeza; D. Adan, de Plasencia; D. Sancho, de Coria; de los eclesiásticos y religiosos que han concurrido á la espugnacion, y de los principales de su ejército.

Sancho, que había estado muy atento a la narración del primo, le dijo: -Dígame, señor, así Dios le buena manderecha en la impresión de sus libros: ¿sabríame decir, que sabrá, pues todo lo sabe, quién fue el primero que se rascó en la cabeza, que yo para tengo que debió de ser nuestro padre Adán?

Una versión samaritana del Pentateuco sostiene que el arca de Noé se detuvo en el pico de Adán: las otras versiones afirman que el verdadero pico fué el Ararat; pero, ¿qué Ararat es ese? ¿Es el de Armenia ú otra cualquiera montaña, en la cual hayan sido encontrados por pastores algunos despojos del sagrado barco?

Dios no ha creado el mundo malo, sino bueno. Fue el primer hombre quien se acarreó todos los dolores con su desobediencia. ¡Ah, ! El mito de la manzana. Yo no le creo a usted capaz, señor excusador, de un capricho tan ridículo. ¿A qué conducía el reservar esa manzana, sobre todo conociendo el carácter caprichoso de Eva y la debilidad de Adán por ella?

Pero por más recados de esta clase que dió, nunca pudo conseguir una respuesta de lo alto. En general, la mayor parte de los volátiles celestes jamás volvían á las regiones terrenales, pero de tarde en tarde la mujer de Adán lograba reconocer la cara de alguno de estos seres alados.

A falta de mejores argumentos, abrumó con injurias las creencias de aquellos burlones. ¿La Biblia?... «¡líquido!» ¿Lo de la creasión der mundo en seis días?... «¡líquido!» ¿Lo de Adán y Eva?... ¡«líquido» también! Too mentira y superstisión.

Eva lamentaba su pérdida tanto como la de la amistad de los bienaventurados. En vano Adán se calentaba la cabeza buscando algo adecuado para sustituirlas. Hizo tortas de trigo, que roció con la miel de las abejas, recientemente subyugadas; secó los frutos de la viña, inventando las pasas antes que el vino, y así llegó á descubrir el pudding.

Si la sucesion entraña exclusion, y no hay sucesion, sino cuando hay exclusion, resulta, que las cosas que no se excluyen son simultáneas; de lo cual se infiere el absurdo de que las cosas sucedidas en tiempo de Adan, que no excluyen las del nuestro, son simultáneas.