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Azazil, segun la musulmana, es un ángel que no habiendo querido tributar homenage á Adam, primero de los Profetas, fué precipitado del cielo al infierno, donde con el nombre de Eblis es el gefe de los demonios. Suponemos, pues, que el ángel del orgullo, el Luzbel de los mahometanos, es quien sugiere á Abde-r-rahman el pensamiento de erigir la gran mezquita. Escribióse este pacto en Córdoba.

Con su saber astuto y cauteloso, Sintiendo la pujanza que Adam lleva, Y viéndose no ser tan poderoso, Que pueda entrar con él en lucha y prueba, En el jardin de vida deleitoso, Satan tomó por medio á nuestra Eva, Que vencerle, sabia, no pudiera Si solo la batalla acometiera.

Sentemos ahora un hecho asegurado sin contradiccion por todo el mundo, es á saber, que hubo un Pueblo Hebreo reducido á pequeño recinto, si se compara con la extension de los demas Reynos: que este Pueblo es el mas antiguo que se conoce: que por una tradiccion constante antiquísima, perpetua, y general creia que solo habia un Dios, el qual habia hablado á sus Padres, á ADAM, que fué el primer hombre criado en el Paraiso, despues á NOE, ABRAHAM, MOYSES: que hizo con ellos el pacto de enviarles un Mesías reparador del género humano, miserable por la culpa del primer hombre: que comunicó á MOYSES la Ley, haciendo claros los mandatos que la torpeza del entendimiento y el desorden de la voluntad habian obscurecido: que envió á los Profetas, inspirándoles lo que debian decir á su Pueblo escogido para que caminase por las Vias del Señor: que señaló el tiempo en que habia de venir el Salvador del mundo á enseñarles el camino de su suma felicidad: que todas sus promesas y avisos los autorizaba con milagros estupendos, con que se manifestaba su gloria y la seguridad de sus inspiraciones: que todo esto lo tenian escrito en el Viejo Testamento, cuyos libros guardaban como venidos del Cielo, los miraban con sumo respeto, los tenian por regla indefectible de su conducta ácia Dios, y por cosa sagrada, que era delito profanar.

El dinero se gasta desatinadamente en sostener ejércitos inmensos, y los hombres más robustos, jóvenes y fuertes de Europa, apartados de todo trabajo útil, están siempre con las armas en la mano, acechándose, espiándose y amenazándose. Cierto que la Economía Política y el libro maravilloso de Adam Smith no han puesto remedio a tanto mal.

No creo yo que Napoleón III tenga el corazón de mantequilla y de jalea; pero el tremendo espectáculo del campo de batalla de Solferino, de tantos millares de cadáveres, hubo de oprimirle y angustiarle el corazón, decidiéndole a la paz, aun antes de cumplir su promesa de hacer libre a Italia hasta el Adriático. Adam Smith y todas sus teorías no tuvieron parte alguna en esta determinación.

Los que tienen que perder, los hombres acaudalados, son, por consiguiente, pacíficos; y como los que tienen dinero mandan en el día más que nunca y ejercen una influencia grandísima sobre la opinión, resulta que las guerras son condenadas por la opinión, cuando no hay un fuerte estímulo de egoísmo que induzca a hacerlas; como, por ejemplo, abrir un nuevo mercado para los productos nacionales; introducir en algún país poco culto la libertad de comercio, las obras divinas de Adam Smith, el opio u otra droga peor, a cañonazos y a bayonetazos; entretener y recrear y embriagar al pueblo con gloria para que no se fastidie y se subleve; y tal vez deshacerse, siguiendo las doctrinas de algún economista, de aquella parte de la población que está de sobra, que no tiene cubierto preparado en el festín de la vida, que turba o rompe el justo equilibrio que debe haber entre el producto y el consumo, entre los que subsisten y los medios de subsistencia.

Desde Adam acá, dijo Cervantes, al mundo no ha venido criatura sino para morir; sólo que a unas las mata Dios y a otras las matan los hombres, sino es ya que ellas a mismas, porque no se puedan resistir, se destruyan; y antójaseme que para el capitán don Baltasar de Peralta las tres sangrientas parcas miden ya con muy breve término su vida; y la más tremenda de ellas, la despiadada Atropos, sus inexorables tijeras prepara; y tengo para que lo que ha de ser esas tijeras lo es la buena hoja de Toledo que a la cinta llevo.

Y, aparte el respeto que se le debe, Adam Smith se equivocó al suponer que los comediantes, cantores y bailarines, ganaban mucho dinero en compensación del decoro que perdían en su oficio, el cual, si fuese más honrado, sería ejercido por más personas hábiles, y esta concurrencia haría bajar el precio.

El día 3 nos diste al Marqués de la Concordia ; el 5 al economista Adam Smith ; el 6 creaste al gran Corneille, Príncipe de los trágicos franceses , y bautizaste á Velázquez, rey de nuestros pintores ; el día 8 no te pareció bien dar uno solo, y nos echaste dos: el ingeniero inglés Stephenson , y el orador español Olózaga . El 10 vinieron un marino francés, Duguay-Trouin , y el predicador Flechier . El 11, entre la opulencia de la primavera andaluza, llena de luz, flores, aires tibios, arroyos murmuradores y poesía, Córdoba sonrió, y le diste á Góngora . El 12 aumentaste con Arjona el número de los poetas menores.

Horrorizados de tanto gasto y de tanta efusión de sangre, los hombres políticos clamarán, y claman ya muchos, por la paz y aun por el desarme; no porque Adam Smith y sus discípulos los hayan convencido.