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Los empleados de la comisaría se mostraban más atareados aún que los oficiales de la navegación. Había subido en el último puerto el médico enviado de Buenos Aires para el examen de los emigrantes, y este funcionario, acompañado por aquéllos, iba inquiriendo la salud del rebaño humano acorralado en los extremos de la nave.

Y con palabras cada vez más fuertes estrechaba a Luis, pretendiendo obligarle a que aceptase su solución. El señorito se defendía con la angustia del que se ve acorralado. Te ofuscas, Fermín decía. Yo veo más claro que ... Y para salir del paso, pretendía dejar la conversación para el día siguiente.

Pasó el Capellanet en la torre una parte de la tarde, hablando de los enemigos supuestos de don Jaime, que ya consideraba como suyos, ocultando su cuchillo para volver a sacarlo, como si necesitase contemplar su imagen desfigurada en la bruñida hoja, soñando en tremendos combates que terminaban siempre con la fuga o muerte de los adversarios, salvando él caballerescamente al acorralado don Jaime.

El partidario de la crueldad de D. Pedro, viéndose acorralado, no encontró mejor recurso para salir del paso que descargar un tremendo mojicón en la faz insolente del campeón de la justicia.

El alférez soltaba una carcajada. Otra carcajada de Juan Montiño contestaba á la del alférez. Los aporreados blasfemaban y apretaban los puños. Pero Juan Montiño los había acorralado en un rincón, y dominados ya, les sacudía que era una compasión. Aquello había pasado á ser una burla feroz. Era el desprecio mayor que podía hacerse de dos hombres.

Era la última partida: al día siguiente iban a separarse. Y jugaban olvidados de todo, sin saber con certeza si el buque estaba inmóvil o había reanudado su marcha. Un gran retrato de Goethe adornaba el testero del salón. Presidía el poeta con su olímpica sonrisa el manejo de las barajas y el continuo beber de una parte del rebaño trasatlántico acorralado en el buque de su nombre.

Piense usted que se trata para él de ser ó de no ser, como dice muy bien sir Enrique Irving. Si triunfa, tiene los millones de Julio Harvey, sin contar el gusto de haberse burlado de nosotros. Si fracasa... ¡Ah! amigos míos, entonces será peligroso. El tigre acorralado, seguro de su pérdida, querrá hacer algunas víctimas... ¡Cuidado con él en ese momento!

He recibido golpes y me los he guardado tranquilamente cuando el ofendido era más fuerte que yo. Otras veces, acorralado como un gato que no encuentra salida, he hecho el papel de tigre, batiéndome como un caballero de la Tabla Redonda en defensa de cosas que no me interesaban. He vivido en la cárcel por artículos de periódicos que no tuve la curiosidad de leer.

Tenemos al monstruo acorralado, dijo Tragomer, pero estad seguros de que hará una formidable defensa. Por su audacia de anoche, cuando no estaba descubierto sino en parte, se puede juzgar lo que podemos esperar de él cuando ya se conoce toda la verdad. Es preciso atacarlo con toda energía, pues si no lo ponemos en seguida fuera de combate, se revolverá y tendremos que sufrir un choque desesperado.

Echáronse sobre él, le increparon, le insultaron, acorralado contra la pizarra, muda ahora; y Rocchio, como fiera a quien abren la jaula, acudió a apoyarle... La lucha estalló entonces: los sombreros rodaban por el suelo, los bastonazos llovían; todos gritaban, enzarzados unos con otros, en torno de míster Robert, impasible.