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Un grito de terror sale de mil pechos. Las gentes sencillas que nos cercan creen indudablemente que se acaba el mundo..... Pero, al ver que el sol ha sido reemplazado por aquel fenómeno tan hermoso y sorprendente, nuevo alarde del poder y de la sabiduría del Eterno, prorrumpe en un aplauso, en un viva, en un bravo, en una aclamación frenética y entusiasta.....

Y como es un soldado de valor indiscutible, podrá reconocer también sin rubor alguno que tal vez en aquella ocasión sintió cierto miedo, el primer miedo de toda su vida. El comandante no pudo protestar. Una aclamación ensordecedora había interrumpido la elocuencia del orador. Todos le tendían las manos, conmovidos por la sinceridad y la sencillez de sus palabras.

Los hombres graves eran buscados por el mayordomo, que a fuerza de invitaciones y ruegos conseguía meterlos en el fumadero. Se iba a formar allí por aclamación el comité organizador de las fiestas con que se celebraría el paso de la línea equinoccial. Terminó el concierto, retirándose los músicos con atriles e instrumentos, y entonces fue cuando Maltrana hizo su aparición.

Cuando salió de San Gil la Virgen de mejillas sonrosadas y largas pestañas, bajo un palio tembloroso de terciopelo, cabeceando con los vaivenes de los ocultos portadores, una aclamación ensordecedora surgió de la muchedumbre que se agolpaba en la plazoleta... Pero ¡qué bonita la gran señora! ¡No pasaban años por ella!

¡Si le han soltado perros traicioneros! clamaba el apoderado desde su asiento, a pesar de que la corrida era de la ganadería del marqués . ¡Si eso no son toros!... Ya veremos en otra, cuando sean bichos nobles de verdad. Al salir de la plaza, Gallardo notó el silencio del gentío. Pasaban los grupos junto a él sin un saludo, sin una aclamación de aquellas con que le acogían en las tardes felices.

Abríanse puertas y ventanas, uniéndose nuevas voces a la delirante aclamación, y en cada bocacalle, un grupo de gente engrosaba la negra avalancha. Iban todos al ayuntamiento, furiosos y amenazantes como si solicitaran algo que podían negarles, y entre la muchedumbre veíanse escopetas, viejos trabucos y antiguas pistolas de arzón enormes como arcabuces. Parecía que iban a matar al río.

Los pesados camiones de la Intendencia, llenos de sacos, eran saludados por el entusiasmo general: «¡Viva el ejércitoLos soldados en traje de mecánica que iban tendidos en la cúspide de la pirámide rodante contestaban á la aclamación moviendo los brazos y profiriendo gritos que nadie llegaba á entender. La fraternidad había creado una tolerancia nunca vista.

Era una escena extraña ver al hombre de iglesia protestando en nombre del buen sentido; pretendiendo luchar contra las preocupaciones amontonadas por varios siglos de fanatismo. Puesto que ustedes lo quieren, sea dijo por fin. Saquen el santo y que Dios se apiade de nosotros. Una aclamación inmensa de la muchedumbre, que llenaba la plaza de la iglesia, saludó la noticia.

Dióse al candidato, por aclamación, la presidencia de la mesa, y sentáronsele a cada lado tres de su estado mayor y seis de los subalternos.

La aclamación se iba convirtiendo en murmullo á medida que una parte de los espectadores tras otra lograba divisarle. ¡Cuán pálido y débil parecía en medio de todo este triunfo suyo!