United States or Palau ? Vote for the TOP Country of the Week !


La noche había cerrado, y todo el mundo se retiró á sus casas. Los confiteros, las fruteras, los taberneros ambulantes habían levantado y plegado sus bártulos, los habían acomodado sobre sendos borricos y caminaban la vuelta de sus casas comentando la aciaga jornada de los de Entralgo. En la Bolera tampoco había nadie.

De todos modos, si hago esta confesión, no es con ánimo de publicar debilidades, sino por hacer patente lo miserable de la naturaleza humana, que aún en los más elevados caracteres deja ver alguna ocasión su fondo de perversidad. De la novela, inocente causa de tan reñida controversia y desbarajuste final, ¿que he de decir, sino que salió cual engendrada en aciaga noche de escándalo?

derribaste de un garrotazo su montera adornada de claveles y luego le tentaste varias veces la cabeza y las costillas. ¿Á quién inmolaste , industrioso Quino, el más galán y más prudente de los hijos de Entralgo? Bajo tu palo gimieron muchos bravos en aquella aciaga jornada y por fin tuviste el honor de ver huir delante de ti al valeroso Lin de la Ferrera.

La suerte quiso serle aciaga. No había naipes en la casa. Pero no se arredra por eso. Baja a la cocina, llama aparte a un criado, al que le pareció más ligero y musculoso, y dándole una propina le encarga que a todo correr vaya a la ciudad y traiga un par de barajitas.

Al día siguiente del lastimoso lance ocurrido cerca de Cuatro Caminos, no estaba Maxi más excitado y rencoroso que aquella noche lo estuvo. En el tiempo transcurrido desde la noche aciaga de Noviembre, no había visto a su ofensor sino muy contadas veces, y siempre de lejos; nunca le había tenido así, tan a tiro... «¡Ay!, ¿por qué no traigo un revólver?... Ahora mismo le dejaba seco.

Hemos recorrido, lector amigo, un período de doscientos diez y seis años desde el dia en que vimos al ilustre Umeya proscrito comenzar en Córdoba la edificacion de la mezquita Aljama, hasta la hora, para el Califato aciaga, en que cesan con la muerte de Almanzor los embellecimientos de este suntuoso templo, Caaba del Occidente.

Esta vez el hidalgo se atrevió a decir: Calmaos, hijo; es la dura ley de la nobleza: sois el segundo. En cuanto a Beatriz, vos mesmo sabéis que ama a Gonzalo desde la infancia. El mancebo fue a ponerse casi en cuclillas delante de su padre, y cara a cara, con los ojos fulgurantes y con voz ronca, aciaga, terrible, volvió a gritar: ¡No! ¡No!... En ese momento entraba el hijo mayor.

No observaban que su marcha era más lenta y sus ademanes más tímidos; que le gustaba mucho estar sola y que á menudo se la encontraba distraída con los ojos puestos en el vacío; que vagaba, en fin, constantemente por su boca hermosa una sonrisa beata muy lejana de aquella aciaga y melancólica del tiempo en que por primera vez la vimos.

Bien se echaba de ver que no había despertado en aquel momento. El sueño dulce de la juventud no arrebata de tal suerte las mejillas; no infunde en los ojos semejante brillo ni deja, sobre todo, tal expresión aciaga sobre el rostro. Por delante de aquellos ojos inmóviles y resplandecientes como el acero bruñido había desfilado durante la noche una procesión de fantasmas.

Así, al brillar el sol del nuevo día, y al ondear la enseña soberana, podrás cantar ante la tumba ignota de los caídos en la noche aciaga: " ¡Dormid en paz, oh mártires anónimos, inolvidables hijos de mi raza!