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Dado el carácter de la Condesa, la seriedad de sus escrúpulos, la sinceridad de sus remordimientos, debemos creer que, apenas usted se marchó, ella comenzó otra vez a acusarse, a prohibirse el mantenimiento de la esperanza que acababa de conceder y aceptar. En tal situación, ¿qué motivo tenía el Príncipe para matarla?

Hubo un momento de silencio. Nos sentamos. Máximo dijo entonces el señor Laubepin ¿está usted siempre en las disposiciones en que lo dejé? ¿Tendrá usted valor para aceptar el trabajo más humilde, el empleo más modesto, con tal que sea honorable, y que asegurando su existencia personal, aleje de su hermana, en lo presente y en lo porvenir, los dolores y peligros de la pobreza?

Para complacer a la abuela, me siento muy capaz de decir , y aceptar la entrevista. Para complacerme a misma, me siento igualmente capaz de gritar no, y no aceptar nada. Cambio de opinión cada cinco minutos, lo que no es para llegar a una solución. Los estudios que he hecho en estos últimos tiempos sobre las solteronas, unidos a la intervención del padre Tomás, me ilustran asombrosamente.

Cuando Martín estaba en la escuela, gritaba sin descanso y habría preferido morir de hambre antes de aceptar el alimento de una mano que no fuese la de su compañero. Durante tres años, el enfermo arrastró una existencia miserable: después cayó en cama y murió. Su muerte habría debido parecer una liberación a todos los de la casa; sin embargo, hizo derramar lágrimas ardientes.

A pesar de su grande instrucción, era desconocido en Nápoles, donde apenas ganaba lo suficiente para sus más precisas necesidades, y se vio obligado a aceptar la plaza de secretario del duque de Arcos, que un amigo le había proporcionado.

No parecía la de Rufete muy inclinada a aceptar tales ofrecimientos, a pesar del risueño horizonte espiritual que le señalaba su tía. «El honor de la familia decía luego Encarnación está en los calabozos del Saladero y ha de tener que ver con los señores de la Paz y Caridad.

Pero, aunque la cosa era insignificante, podría parecer un tanto extraña y ni aún quizás lograría hacérselo aceptar... Pensando en ello, comenzó lentamente a quitarse la cadena que llevaba pendiente del chaleco y con nerviosidad la hacía saltar entre sus dedos.

Hizo observar que, a su entender, aquel éxtasis más bien se parecía a una manifestación de Satanás, que a una prueba del favor divino, y exhortó a su amigo a que buscara si no ocultaba nada maldito en su corazón. Silas, sintiéndose obligado a aceptar la censura y la advertencia como un servicio fraternal, no tuvo ningún resentimiento.

Discutimos varios días un plan, hasta que llegamos a aceptar uno. Consistía éste en hacer un agujero en el muro de la barraca donde dormíamos, para salir a cubierta. De aquí había que subir a la toldilla, que ocupaba casi la mitad posterior del barco, descolgarnos por las galerías de la cámara del comandante con una cuerda, y echarnos al mar.

Pero el buen don Rosendo que juzgaba un importantísimo triunfo la venida de tal personaje a su morada, y contaba con ayuda de él exterminar a sus contrarios, tanto insistió, valiéndose de toda clase de recomendaciones para conseguirlo, que el Duque concluyó por aceptar el ofrecimiento.