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»Se supone la existencia como enfermedad endémica y común al país de la disentería, y ésto no es así; pues lo que realmente sucede es que la juventud acepta allí en general costumbres que en España serían doblemente perjudiciales y de resultados mucho más rápidos.

ELECTRA. ¡Oh, madre, qué consuelo me das! LA SOMBRA. Te doy la verdad, y con ella fortaleza y esperanza. Acepta, hija mía, como prueba del temple de tu alma, esta reclusión transitoria, y no maldigas a quien te ha traído a ella... Si el amor conyugal y los goces de la familia solicitan tu alma, déjate llevar de esa dulce atracción, y no pretendas aquí una santidad que no alcanzarías.

Las inquietudes de la gente de París eran estremecimientos nerviosos de un pueblo que vive plácidamente y se alarma apenas vislumbra un peligro para su bienestar. ¡Tantas veces habían hablado de una guerra inmediata, solucionándose el conflicto en el último instante!... Además, él no quería que hubiese guerra, porque la guerra trastornaba sus planes de vida futura, y el hombre acepta como lógico y razonable todo lo que conviene á su egoísmo, colocándolo por encima de la realidad.

Nuestra moral es simple y valiente: se resigna á la compañía de los hombres, sabiendo que no existen los ángeles, y los acepta tales como son. No pasa la vida orando y contemplando lo perfecto y lo eterno, sino que arrostra el encuentro de lo malo y de lo feo y hasta los busca ya que existen, para combatirlo; y triunfar de ellos.

Por eso, precisamente, no me sacio de oírle, y deseo que usted nos una especie de abreviado conjunto o resumen de sus ideas. Si yo no le entiendo, usted me entiende, porque es bilingüe, y sabe lo que le pido. ¿Acepta usted? lo que me pide, y no tengo inconveniente en aceptar. Pero necesito una semana de meditación. Cumplida la semana, Belarmino se presentó en el lugar designado.

Estoy estupefacto, respondió, por la ingeniosa y práctica sencillez de las combinaciones de usted. ¿Le parecen á usted, pues, satisfactorias? Absolutamente. Entonces, ¿las acepta usted? Con muchísimo gusto. ¡Ah! querido hijo mío; ven, quiero abrazarte. Y le estrechó en un abrazo vigoroso, y le plantó en cada mejilla un beso sonoro.

»Doña Marcela está con esto que trina, porque gusta de ser desdeñosa sin que el desdén parezca forzado, y porque no acepta la tutela o mejor dicho el cautiverio en que galán tan crudo la tiene. »A fuerza de oír tales cosas, pues no es otro el principal asunto de las más frecuentes conversaciones de por aquí, pronto comenzó a hervirme la sangre contra la insolencia de Currito el Guapo.

Todas las cosas posibles la envuelve en su lacónico aco ang bahala, como todos los hechos consumados, los acepta en su filosófico talagá nang Dios.

De ese modo, se asimila con admirable facilidad todas las condiciones de vida, y acepta con el mejor humor todas las situaciones posibles, lo mismo en los Campos Eliseos de Paris que en el fondo de una selva americana, ó de un desierto de Africa.

Estrújanse y aráñanse todos buscando un punto de apoyo para salir de aquel enredo; y poco á poco, y con grandes fatigas, van levantándose uno á uno; y renqueando y vacilando, se vuelven á poner en marcha, y llegan á un punto en que se bifurca la carretera. Allí deben separarse el tío Juan, Ogenio y dos de los intrusos. Inútil es decir que el convite se acepta y se agradece.