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Vive tranquilo; te juro que ese niño no es tuyo. Juan reprimió un suspiro de desahogo, y acentuando el fervor amoroso, por disimular la emoción, repuso a modo de acusador: Entonces, infame... , perdóname, infame, ¿qué cariño era el tuyo, qué pasión era aquélla, si cuando apenas me fui te entregaste a otro y con tal entusiasmo que... ¡ahí están las pruebas!

Sentados frente a frente y listos para empezar la tarea, dijo Ricardo, golpeando con la pluma en el fondo del tintero, como si quisiera empaparla mejor: ¿Sabes, Lorenzo, que estoy con una preocupación? Yo tengo la misma. ¿Cuál? Melchor. ¿Cómo has adivinado? No podía ser otra. ¿Y en qué consiste la tuya? En el cambio radical que se está operando y acentuando en él. ¡Has visto!...

Desde el momento en que se demostraba que era una muchacha vulgar, falsa y vanidosa, el ídolo caía de su pedestal y dejaba de inspirarle amor y respeto. Sobre este tema se extendió muchísimo, acentuando cada vez más el tono digno y resuelto con que había comenzado. Yo procuré afirmarle en su determinación, hallando muy cuerdo todo lo que decía.

Estos síntomas, que se fueron acentuando al andar de mis insinuaciones puramente mímicas, llegaron a darme por aclarada la duda que tanto me había carcomido, sin haber aventurado yo una sola palabra en el empeño: es decir, que se me había ido a la mano el hilo que yo deseaba tener en ella, solo, por su propia virtud, si no era por la fuerza de la misteriosa corriente, en la que no podía menos de creer ya.

Además, el hombre sin familia no se comprende; es un ser incompleto, absurdo, está fuera de la naturaleza. Permíteme, querido manifestó Moreno extendiendo la diestra con solemnidad y acentuando aún más la superioridad de su sonrisa. Más vale que no te metas a definir las leyes de la naturaleza. Esas cosas hay que estudiarlas con atención y no creo que te hayas entretenido hasta ahora en ello.

Así es le contestó Ricardo, abrumado de emoción ante aquel portento de suprema belleza, de insuperable dignidad, de extraordinario candor. Estaremos entonces en la chacra del contraste dijo ella con la mayor ingenuidad. Entiendo que tenemos el honor de hablar con la Pampita repuso Lorenzo acentuando esta palabra. No por qué el honor contestó ella, estableciendo así la propiedad del apodo.

haré, exclamó el joven acudiendo en su auxilio. ¡Dejad libre á esa dama, que vergüenza debiera daros vuestra conducta! El agresor dirigió á Roger una mirada centelleante, que denotaba su furor. Al joven le pareció en aquel momento el hombre más hermoso que había visto en su vida, por más que la ira contraía sus facciones acentuando su expresión algo siniestra.

Di mejor lo más ricamente posible replicó el marqués acentuando amargamente la frase : mi tía sostiene que, siendo el matrimonio una pura lotería, de lo que solamente debe uno preocuparse es del dote, abandonando lo demás al azar... Te aseguro que yo no opino del mismo modo... Compréndeme bien: no me encuentro en situación de mirar con desdén los títulos de renta al tres por ciento... pero, sin embargo, desearía, que al mismo tiempo me ofreciera mi prometida ciertas garantías de honor y de dicha... y todavía añado, garantías excepcionales... Ya sabes la educación que hoy reciben las niñas... eso aterra.

Apoderóse del infeliz un miedo indecible que se manifestó primero por ligero temblor, que se fué acentuando rápidamente hasta no dejarle hablar. Con los ojos abiertos, la frente sudorosa, se cogió del brazo del P. Irene, trató de incorporarse, pero no pudo y, lanzando dos ronquidos, cayó pesadamente sobre la almohada. Capitan Tiago tenía los ojos abiertos y babeaba: estaba muerto.

Hablaba con el desgarro peculiar a la chula de Madrid, acentuando cada sílaba de un modo tan insolente que D. Laureano, avergonzado, no pudo menos de salir por su dignidad. ¡Niña, niña, cuidado con la lengua! Mira que te puede costar un disgusto. ¿A ? ¡Ja, ja! ¡Qué infeliz eres! ¡A ti, , desvergonzada! profirió colérico el tenorio avanzando hacia ella con ademán amenazador.