United States or Brazil ? Vote for the TOP Country of the Week !


El oro mezclaba su aguda vocecita con aquel concierto de pasiones vulgares; y el choque de las piezas de veinte francos, más embriagador que los vapores del vino o el olor de la pólvora, emborrachaba a aquellos pobres cerebros y aceleraba los latidos de sus groseros corazones. En lo más fuerte del tumulto, se abrió una pequeña puerta que daba a la escalera, entre el piso bajo y el primero.

»Y yo continué, sin que la interrupción fuese advertida por ella, cuya poética naturaleza parecía animarse con la armonía e iba adquiriendo fuerzas a medida que el compás se aceleraba.

Bolívar acompañó en su viaje al nuevo representante militar de España, pues como buen patriota no podia vivir lejos del suelo que le habia visto nacer y cuya precaria suerte tantas veces aceleraba los latidos de su noble y esforzado corazon.

Era la vergüenza, que hacía arder en su interior un fuego de infierno, que enrojecía su rostro y aceleraba la circulación de su sangre. Creyó que todos le miraban, que los transeúntes ladeaban el cuerpo para evitar su roce, y anduvo apresuradamente, como si sintiera tras sus pasos el espectro de su vergüenza que le perseguía.

Acostumbrado el sacerdote a adivinar el estado de ánimo de los públicos, aceleraba sus gestos, llevaba la ceremonia a todo galope mascullando frenéticamente sus latines, reanudándolos antes de que terminase sus respuestas el ayudante con sotana negra. Este ayudante era don José, el cura español, encogido, humilde, para ganarse las simpatías de las señoras que admiraban al abate.

En su pánico constató sin embargo que no tenía fiebre ni ardor de garganta, y el corazón y pulmones conservaban su ritmo normal. Su angustia cambió de forma. ¡Estoy paralítico, es la parálisis! ¡Y no me van a encontrar!... Pero una invencible somnolencia comenzaba a apoderarse de él, dejándole íntegras sus facultades, a la par que el mareo se aceleraba.

Bettina sentíase llena de confianza y osadía. Tenía fiebre, pero esa fiebre que en el campo de batalla da al soldado el ardor, el heroísmo y el desprecio del peligro. La emoción que aceleraba los latidos de su corazón era una emoción elevada y generosa. Ella se decía: «¡Quiero ser amada! ¡Quiero amar! ¡Quiero ser feliz! ¡Quiero que él sea feliz!

Mientras tanto, el capitán Chivo, astuto como un conquistador, realizaba un movimiento estratégico con sus tropas, ocupando La Campana hasta la entrada de la calle de las Sierpes, acompañado por el redoblante, que aceleraba su baqueteo con una alegría ruidosa y triunfal, entre las aclamaciones de los bravos auxiliares del barrio. «¡Aquí no ha pasao na! ¡Viva la Virgen de la Macarena!...»

Como premio por sus atropellos en las elecciones, le había prometido el indulto, y Bolsón, que se sentía viejo y ansiaba vivir tranquilo como un labrador honrado, obedecía al señor todopoderoso, creyendo en su rudeza que cada barbaridad, cada crimen, aceleraba su perdón.

¡Olé, salero! ¡Viva tu mare! se atrevió a gritar un andaluz con acento gallego. Su entusiasmo le costó una galleta un coscorrón de un su amigo, más respetuoso. ¡So bruto, mira que es la Regenta! Era popular su hermosura. A Petra también le decían los pollastres que era un arcángel; iba contenta. Ana sonreía y aceleraba el paso.