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Una docena de campesinos prisioneros removían la tierra y ayudaban en la descarga de los muertos. Ahora los conducían en una carreta hasta el borde de la fosa, cayendo en ella como los escombros acarreados de una demolición.

En primer lugar, confieso que estas reglas contribuyen á dar al entendimiento cierta precision que puede servir en algunos casos para concebir con mas claridad, y atender á los vicios que entrañe un discurso: bien que á veces esta ventaja quedará neutralizada con los inconvenientes acarreados por la presuncion de que se sabe raciocinar, porque no se ignoran las reglas del raciocinio.

El arruinado castillo viene entonces al suelo: los sillares de sus muros son acarreados al cerro inmediato donde los padres gerónimos edifican su convento; los tableros esculpidos de barro y piedra que los revestían caen despezados entre la yerba, donde permanecerán acompañando al sueño secular de las otras ruinas anteriores ya sepultadas en aquel campo de soledad, hasta que un anticuario los remueva y los desdeñe desconociendo su procedencia , y venga luego otro y los admire como lo que realmente son, aunque sin saber tampoco el nombre que llevaron.

La virtud no es responsable de los males acarreados por nuestra imprevision ó lijereza; pero el hombre suele achacárselos á ella con demasiada facilidad. «Mi buena fe me ha perdidoexclama el hombre honrado víctima de una impostura; cuando lo que le ha perdido no es su buena fe, sino su torpe confianza en quien le ofrecia demasiados motivos para prudentes sospechas. ¿Acaso los malos no son tambien con mucha frecuencia víctima de otros malos, y los pérfidos de otros pérfidos?

Daños acarreados por la vanidad y la soberbia. ¡Cuántas reputaciones se ajan, cuando no se destruyen, por la miserable vanidad! ¡cómo se disipa la ilusión que inspirara un gran nombre, si al acercársele os encontrais con una persona que solo habla de misma! ¡Cuántos hombres, por otra parte recomendabilísimos, se deslustran, y hasta se hacen objeto de burla, por un tono de superioridad, que choca é irrita, ó atrae los envenenados dardos de la sátira! ¡Cuántos se empeñan en negocios funestos, dan pasos desastrosos, se desacreditan ó se pierden, solo por haberse entregado á su propio pensamiento de una manera exclusiva, sin dar ninguna importancia á los consejos, á las reflexiones ó indicaciones de los que veian mas claro, pero que tenian la desgracia de ser mirados de arriba abajo, á una distancia inmensa, por ese dios mentido que habitando allá en el fantástico empíreo fabricado por su vanidad, no se dignaba descender á la ínfima region donde mora el vulgo de los modestos mortales!