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Esto ¿se puede sufrir? Llévale á curar, Bernal. No lo acabes de decir. No queda lacayo en ser 1845 Donde esta mujer está. Bravas bofetadas da. Dos mozas azotó ayer. ¡Ea, ea! Que no es nada. DO

Aquí el palanganero con todos los avíos de limpieza... y todavía sobra campo para otro tanto más... Y con esto, lo dicho: en tu casa estás. Lo que te estorbe, fuera con ello; si algo deseas y no lo tienes, pídelo, que, como lo haya a mano, tuyo será... Y ahora te dejo en paz y a tus anchuras. Cuando acabes, avisa, que en la cocina estamos.

, exclamó don Juan engañado por las palabras de Dorotea ; no nos separaremos jamás. dijo Dorotea rodeando un brazo tembloroso al cuello de don Juan ; vamos á separarnos muy pronto, porque no me he desposado contigo; me he desposado con la muerte. Ahora déjame orar; no acabes de perderme. ¡Con la muerte! gritó don Juan. , el dulce que acabo de comer estaba envenenado.

doy; pero suelta, suelta; Que me abrasas, vive el cielo. Este es el fuego que paso, De donde salir espero Cuando la fábrica acabes. El fantasma desaparece, y el Rey se aleja para volver á su palacio. En el mismo instante aparece Don Enrique de Trastamara, á quien Don Pedro ha perdonado, para echarse á sus pies y acabar la reconciliación entre ambos.

¡Pero, por Dios, no acabes de matarme... ten piedad de !... ¡Esto es horrible!... ¡Yo que te amo tanto, Dios mío!... y que ni aun me atrevo a decírtelo... porque creerías que miento para salvarte de la muerte... y, sin embargo... aquí delante de Dios... te juro que te amo... ¡oh! te lo juro. Y deshecha en lágrimas levantaba desesperadamente sus brazos al tachonado cielo.

Sólo te quería decir que ya que no me acabes el piso, me des siquiera unas vigas viejas que tienes en tu solar de la calle de Relatores... Ayer fui a verlas. Si me las das, yo las mandaré aserrar... Vaya por las vigas, que no son viejas. ¡Si están medio podridas! ¡Qué han de estar!

ABIND. Su historia me mueve. Pero dime, Alborán, así los cielos Te dejen ver el fin de tu esperanza, Y lo que quieres bien gozar sin celos; Ansí en el campo la gallarda lanza Y en la plaza tu caña sea famosa, Y el Rey te su Alhambra en confianza; Ansí de amiga cara o dulce esposa, Si dellos tienes esperanzas vanas, Alcances hijos, sucesión dichosa; Y dellos, en moriscas africanas, Los nietos, que colgados de tu cuello, Con tiernas manos jueguen con tus canas Ansí primero veas su cabello Nevado que tu muerte, y lleno acabes De fama y años, que Alá puede hacello, Que me digas, pues yo que lo sabes, Si soy yo Bencerraje, y si deciendo De los que alabas y es razón que alabes, O, como por ventura estoy temiendo, Soy hijo del alcaide de Cartama, Puesto que la verdad del alma ofendo; Que por la fe que el noble estima y ama, De guardarte secreto eternamente.

Me voy y me quedo. ¿Y qué? ¿Te vas, dejando al pobre Erín en manos de los ladrones? Es preciso que acabes tu relación dijo la condesa.

Que de tal modo la fatal estrella, Influye destos tristes, que no puedo Dar felice despacho á tu querella. Del querer de los hados solo un dedo, No me puedo apartar, ya tu lo sabes, Ellos han de acabar, y ha de ser cedo. Primero acabarás que los acabes, Le respondió madama, la que tiene De tantas voluntades puerta y llaves.

Pero en fin, tarasca, tuyas son replicó Moreno volviendo a escribir . ¡Cuándo querrá Dios que acabes tu dichoso asilo, a ver si descansa el género humano! Mira, no sabes lo antipática que te haces con tus petitorios. Eres la pesadilla de todas las familias y cuando te ven entrar, no lo dudes, aunque te pongan buena cara, ¡te echan de dientes adentro cada maldición...!