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Con efecto: se les despierta temprano, se les lava, se les viste y pone encima todo lo nuevo, caro y precioso que tienen, botines de seda, enormes sombreros, trajes de lana, de seda ó de terciopelo sin dejar cuatro ó cinco escapularios pequeños que llevan el evangelio de S. Juan, y así cargados los llevan á la misa mayor que dura casi una hora, se les obliga á sufrir el calor y el vaho de tanta gente apiñada y sudorosa, y si no les hacen rezar el rosario tienen que estar quietos, aburrirse ó dormir.

Si se aplicaba un fósforo encendido á la hierba, ardía como estopa. La gente de la Segada tenía que andar un kilómetro para ir á la fuente, porque la del pueblo se había agotado. La vida en el palacio era monótona, pero dulce y amable. Laura tenía perfectamente distribuído el tiempo, y lejos de aburrirse se encontraba como el pez en el agua. La idea de su vuelta á Madrid la estremecía.

Recordaba con antipatía su existencia de burgués allá en Barcelona, antes de adquirir el vapor. El era un hombre de acción, y sólo podía vivir ocupado en empresas arriesgadas. Iba á aburrirse en tierra, y al mismo tiempo se consideraría disminuído, exonerado, lo mismo que el que desciende á una situación inferior en un país de jerarquías.

Si el extranjero tiene intencion de permanecer bastante tiempo en Manchester ó cualquiera otra ciudad de Inglaterra, necesita absolutamente, si no quiere aburrirse, hacerse presentar á algun club, único medio de conocer la sociedad y de distraerse en algun modo. Una vez presentado lo pasará bien.

No le negó la delicia de anegarse en su mirada, y no trató de ocultar el efecto que en ella producía la de don Álvaro. Hablaron del caballo, del cementerio, de la tristeza del día, de la necedad de aburrirse todos de común acuerdo, de lo inhabitable que era Vetusta. Ana estaba locuaz, hasta se atrevió a decir lisonjas, que si directamente iban con el caballo también comprendían al jinete.

Apenas comienza la primavera, vivo constantemente al aire libre... Me tienen sobradamente ocupada mis gallinas, mis flores, mis árboles; cuido yo misma la corta de mis bosques y le aseguro a usted que no apenas qué cosa sea el aburrirse. ¿Y en invierno?

Iba al Casino a disputar y a jugar al ajedrez; hacía muchas visitas y buscaba modo de no aburrirse metido en casa. «Mejor», pensaba Ana sin querer.

El amolador no se movió, limitándose a decir en voz baja, sin alzar la cabeza: Cállate, tahonero. Pero al demonio del tahonero no le acomodaba el callarse, y prosiguió acentuando la burla: ¡Cáspita! No puede quejarse el camarada de tener una mujer así. No hay medio de aburrirse con ella un instante. ¡Figúrese usted!

Se habló de lo pasado. «En rigor, siempre se habían querido; había algo que les unía a pesar suyo. Se tronaba porque la constancia es imposible y hastía al cabo; eran ridículas unas relaciones muy largas; esto lo habían aprendido los dos en Madrid. Los matrimonios deben aburrirse a los dos años, a más tardar; los arreglos pueden tirar algo más, poco».

Reyes había leído la Odisea en castellano y recordaba la interesante visita de Ulises a los infiernos; aquella vida opaca, subterránea del Erebo, donde opinaba él que tanto debían de aburrirse las almas de los que fueron, se le representaba ahora al ver a los tristes cómicos, silenciosos y vagabundos, cruzar el escenario oscuro, como espectros.