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Uno tras otro iban entrando en la sacristía con el aire aburrido de todo funcionario que desempeña cargos oficiales mecánicamente, siempre del mismo modo, sin creer en la utilidad del esfuerzo con que gana el pan de cada día.

Aburrido, y no dándose cuenta aún de la causa del abandono en que le dejaba la dueña de la casa, se instaló en un sillón, é inmediatamente oyó que hablaban á sus espaldas. No eran las dos señoras de poco antes. Un hombre y una mujer sentados en un diván murmuraban lo mismo que la otra pareja maldiciente, como si todos en aquella fiesta no pudieran hacer otra cosa apenas formaban grupo aparte.

Déjenme ustedes ver cómo se arregla eso; porque para ... ¿por qué lo he de negar? la ciencia es lo primero. Lázaro insistía en dejar á sus tres amigos: tan aburrido y melancólico estaba. Espera, hombre le decía Javier deteniéndole aún. Espera á ver lo que hacen estos bárbaros.

Estos jóvenes hastiados desde la más tierna edad, tenían por muy aburrido, fatigoso e incómodo el baile; contentábanse con hacer algunas invitaciones con dejadez e impertinencia. No así Pablo de Couprat, demasiado educado y franco para no bailar con el aspecto alegre y satisfecho que las circunstancias requerían.

Yo estoy desengañado y aburrido, si bien con desengaño apacible y suave aburrimiento.

Yo no nací para andar por los prados como las vacas. A me gustan las ciudades, los salones, el lujo. Quisiera viajear, como usted dice, por París, por Londres, por Viena. Qué aburrido es Lancia, ¿verdad? ¡Aquellos eternos paseos del Bombé! ¡Aquel campo de San Francisco! ¡Aquella torre de la catedral tan negra y tan triste! Luego siempre las mismas caras.

En el sillón de la izquierda se sentaba otro príncipe español, Don Jaime, quien lejos de parecer aburrido como su compañero, mostraba gran interés en cuanto le rodeaba y acogía con sonrisas y saludos á los caballeros ingleses y gascones. Cerca de ambos y sobre el mismo estrado ocupaba también un sitial más bajo el famoso Príncipe Negro, Eduardo, hijo del soberano de Inglaterra.

Continuó en diapasón agudo: Amados y respetables señores míos: No si les habré chocado, a causa de mi franqueza, o si les habré aburrido con tan larga plática. A fuer de riojano, hablo en plata; y como fraile, debo hablar en tono grave, a pesar de mi voz de tiple.

A todo esto asintió Ido del Sagrario, y siguió contemplando a su amigo, el cual parecía un grande hombre aburrido, carácter agriado por la continuidad de las luchas humanas. José Izquierdo representaba cincuenta años, y era de arrogante estatura. Pocas veces se ve una cabeza tan hermosa como la suya y una mirada tan noble y varonil.

Mas, el hombre no oye fácilmente al llegar á la playa, ensordecido como está por los ruidos vulgares, aburrido, reventado, despoetizado. El sentido de la alta vida ha disminuido hasta en el mejor de todos, estando prevenido contra ella. ¿Quién tendrá asidero sobre él? ¿La Naturaleza? Todavía no.