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Y en este ambiente de abatimiento, de abstinencia, de ruina, el espíritu castellano, siempre propenso a la tristura, acaba de recogerse sobre mismo en hosquedad terrible.

Sólo se reunían a la hora de la mesa y cuando él no salía a la calle no permitía el menor ruido, ni que tocaran el piano las niñas; las ventanas debían estar siempre cerradas y la puerta no se abría, sino a muy contadas personas. Ni visitas, ni teatros; muy pocos paseos; ningún vino en las comidas y ayuno todos los viernes y demás días de abstinencia.

Si las leyes del ayuno le prescriben la abstinencia de ciertos manjares, y las limitaciones de usarlos, las de la conservacion propia y del feto le dictan que use de los mantenimientos que por su calidad y cantidad sean á propósito para sustentarse á , y á lo que lleva en sus entrañas.

Se hartaban de carne en los días de abstinencia, después de haber comido en la mesa pescado y legumbres; salían de paseo, a visitas y a compras, a las horas en que don Aquiles estaba fuera, exponiéndose a ser pilladas infraganti... Pero las tretas de Pablo eran las que ofrecían más peligro: después de la ronda nocturna y de haber fingido estar entregado al más profundo sueño, levantábase con precaución, vestíase con prisa y saltando por la ventana al patio, escabullíase a la calle, para no volver hasta el alba.

La oficina no ostentaba el lujo del despacho ni mucho menos; era grande, fría, sucia; el mobiliario indecoroso, y tenía un olor de sacristía mezclado con el peculiar de un cuerpo de guardia. Los empleados tenían la palidez de la abstinencia y la contemplación, pero producida por los miasmas del covachuelismo, miserable, sórdido y malsano, complicado aquí con la ictericia de los rapavelas.

La Ignacia y Martín, por consejo del médico, obligaron al viejo a que suprimiese toda bebida, fuese vino o licor; pero Tellagorri, con tal procedimiento de abstinencia, languidecía y se iba poniendo triste. Sin vino y sin patharra soy un hombre muerto decía Tellagorri ; y, viendo que el médico no se convencía de esta verdad, hizo que llamaran a otro más joven.

¡Oh, Miguel... Miguel! suspiró ella, librándose por un momento de la caricia para volver á someterse á aquellos labios que la perseguían con avidez. Hablaba como una vencida. Había vuelto de golpe á su pasado, estremeciéndose al contacto de tantas cosas olvidadas que una larga abstinencia hacía completamente nuevas. Esta boca ardorosa y dominadora la despertaba de un sueño que había durado años.

Al fin, dije para , un día de abstinencia no me ha de causar la muerte; si en esta circunstancia soy culpable de un exceso de orgullo, yo solo sufriré sus consecuencias, por consiguiente esto me atañe exclusivamente.

Era el anhelo de resarcirse en un momento de la dolorosa abstinencia maternal, de aquella amputación del más noble de los instintos impuesta por la miseria. La formación de los asilados desbaratábase instantáneamente. Los grises uniformes desaparecían ahogados en el remolino de los grupos.

Pero tal es la fe que yo tengo en la virtud progresiva, en la energía vital de la civilización europea, que ni siquiera puedo concebir que muera una nación que esté en su seno poderoso y vivificante. Sin embargo, la abstinencia de que hemos hablado, los apuros, el ir a remolque y la vergüenza del atraso y de la inferioridad, no dejan de ser rudo castigo.