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Garay, que en Santa-Fé está teniente, Con la muerte de nuestro Adelantado Al Perú se salió con Pedro Puente, Aunque Abrego impedirlo ha procurado. A los Charcas llegando incontinente, Habiendo su negocio relatado, Procuran Doña Juana se casase Con persona que bien les gobernase.

A Córdoba llegando el de Cabrera, La nueva le ha llegado que ha venido Abrego

Malvado llamo á Lazcano yo en mi verso Por ser causa primera de un gran daño, Que nunca se perdiera el universo, Por Mendoza mandar siquiera un año: Que si buen celo tuvo al fin fué adverso A Mendoza causando un mal tamaño, Y al Abrego de muerte, y gran fatiga A todos cuantos eran de la liga.

Levanta erguida el gaucho su cabeza, Cual soberbio pendon que el viento besa Desplegado á la luz, Cuya negra melena al aire flota, En la tostada frente á la que azota El ábrego del sud. El gaucho! noble tipo Americano, Que desdeña doblar ante un tirano Su indómita cerviz, Que despreciando halagos femeniles Conserva los alientos juveniles De una raza viril.

Había caído la tarde en una serenidad dulcísima; algún caliente suspiro del ábrego removía en el jardín las hojas secas, llevando hasta la ilustre casa de la Torre y Roldán, clara y distinta la voz solemne del Salia, eterno arrullador de la vega.

Son Abrego y Ruy Diaz de Sevilla: Consigo mucha gente han congregado; Irala ha procurado de seguilla, Y algunos los conmueve por regalo, Y á muchos cuelga y pónelos de un palo. Irala sale en esto con armada, Y el rio arriba yendo bien se aleja; Y porque la ciudad sea gobernada, A D. Francisco de Mendoza deja.

Sintiose un leve soplo de viento ábrego y la espesa capa del cielo comenzó a enrarecerse despidiendo tenue y escasa claridad, que hizo resaltar las siluetas de los soldados y los árboles y los enormes bultos de las montañas que cerraban el valle. El silencio en la comitiva era sepulcral. Los presos no cambiaban entre palabra alguna, devorando su rabia y tristeza.

El presagio del padre, que moria, Dejado por postrero testamento, Al D. Diego de poco le servia, Pues tuvo en Santa Cruz atrevimiento, Y pagó en Potosí su tiranía. Diré en otro lugar este alzamiento: Al Abrego volvamos, que sabiendo Que Irala vuelve, al monte huyendo.

Allega á Tucuman de mano armada: El Abrego que estaba gobernando, Nunca supo de aquesta melonada, Pasóse en breve á priesa caminando: Que si la cosa fuera revelada, El Abrego papeles ordenando, Al Perú á Garay preso enviára, De que el Virrey muy mucho se holgára.

Por dos veces ò tres se han carteado, Y en breve se ha forjado la maraña: Lo que Abrego con ellos ha tratado No decir, que usò siempre de maña. Una noche con cartas han llegado, Y al punto con tirana y cruda saña Prendieron al teniente, y