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Los que escuchan a Rocchio el corredor, ante este alud de nombres y de fortunas, que ven desaparecer en el abismo del agio, se dicen, allá en su fuero interno: ¿Quién de nosotros caerá mañana? Y las orejas gachas, se separan con apretones de manos silenciosos.

No ofrecía grandes dificultades a mi paso aquel camino cuya longitud no excedería de quince o veinte varas; pero la consideración racionalísima de lo que íbamos a hacer después de recorrerle, sin otra retirada que el abismo en el caso muy posible de salir escapados de la cueva, si no quedábamos hechos jigote allá dentro, clavó mis pies en el suelo a los primeros pasos que di sobre él.

Levantose del sofá, la miró frente a frente, como para buscar en el abismo azul de sus ojos confirmación a sus palabras, y luego, alzándola y atrayéndola lentamente hacia , pegó los labios a la oreja encendida de su amada, y murmuró estas palabras: ¿Tanto me quieres?

Esta arrojó al Romano caballero En el abismo de la ardiente cueva, De limpio armado, y de luciente azero. Desde la ardiente Libia hasta la helada Citia lleva la fama su memoria, En grandiosas obras dilatada. Enfin ella es la altiva vanagloria, Que en aquellas hazañas se entremete, Que llevan de los siglos la vitoria.

El misticismo, que busca por camino más breve, a su Dios, en el abismo de nuestra propia alma, no aspirará a tenerle allí incomunicado. Su Dios estará en el abismo del alma, y en aquel centro se unirá el místico con Dios por estrechísimo lazo; pero Dios estará también por todo el universo, y todo

Defectos que se maman con la leche, que se respiran en el seno de las familias... ¿que yo? ¡Ah no, P. Fernandez! exclamó impetuosamente el joven; usted no ha querido profundizar el tema, usted no ha querido mirar al abismo por temor de encontrarse allí con la sombra de sus hermanos. Lo que somos, ustedes lo han hecho.

¡Qué de variedad en aquella aparente monotonía del sublime elemento! ¡Qué de combates y rumores en aquel abismo de inagotable vida y majestad suprema! ¡Qué de inspiraciones para el poeta, el filósofo y el artista en el seno de aquella soledad ostensible, que esconde tantos millones y millones de séres y es el mas grandioso símbolo de la omnipotencia de Dios y de la divina armonía de la Creacion!

A luchar con la tentación al aire libre; a cansar la carne con paseos interminables; y un poco también a olfatear el vicio, el crimen pensaba él, crimen en que tenía seguridad de no caer, no tanto por esfuerzos de la virtud como por invencible pujanza del miedo que no le dejaba nunca dar el último y decisivo paso en la carrera del abismo.

Aunque algunas sospechas vagas le atormentaron, no vió el gran abismo en todo su horror y profundidad; no presagió el movimiento á que había dado impulso con su palabra, ni comprendió el ardid tenebroso, la colisión sangrienta que de las cabezas aturdidas de la Fontana y de las voluntades agitadas de algunos jóvenes, hacía su arma mas terrible.

El mugir de aquel abismo llegaba a los oídos sobre todo el formidable estruendo que revolvía entonces la naturaleza, cual el rugido del león, venciendo poderosamente el aullido de las otras fieras, él sólo hiela y desmaya más al extraviado caminante.