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Acaso como arquitectos es como los árabes son, ó han sido, más originales. ¿Pero quién negará que su arquitectura tiene escasa majestad y solidez, y que se distingue y es digna de elogio, más que por nada, por las menudencias y prolijidades del ornato? El edificio más grandioso que de la época muslímica queda en España es la catedral de Córdoba; la antigua mezquita de Abderraman.

Y así como recientemente, después de una de estas batallas, la mayoría de los españoles se hizo partidaria furiosa de los derechos individuales, entonces se hizo partidaria del Alcorán de Mahoma. Poco duró el dominio del extranjero en nuestra tierra. España se declaró independiente de los califas de Damasco y eligió rey para . El primer Abderramán fue el D. Amadeo de entonces.

Fortificada por los Romanos, que la rodearon de murallas, los Godos la conquistaron en 572, y á su turno los Moros, en 692, conducidos por el famoso Abderraman, fundador del califato de Occidente.

Si se observa la catedral, se recuerda á su fundador Abderraman, lo mismo que al reparar en el famoso puente del Guadalquivir, obra del siglo VIII. Y si se tiende la vista sobre la multitud de iglesias y conventos que pueblan la ciudad, y sobre las sombrías arcadas de la Plaza-Mayor, se reconoce el genio español que ha presidido á los destinos del país desde los tiempos de la reconquista en el siglo XIII. Donde quiera algo del sello de cuatro civilizaciones sucesivas modificando mas ó ménos profundamente la fisonomía social.

Este monumento, dice este escritor, fué erigido en el año 960 de nuestra cuenta, es de mármol y se conserva casi íntegro en el claustro de la Santa Iglesia metropolitana de Tarragona empotrado en la cortina de pared del lado del poniente: que Conde refiere que Abderraman III mandó construir este arco y colocarle por fachada del Mibrab ó adoratorio interior de la mezquita principal de Tarragona, que segun indicios estaba muy cerca ó en el mismo recinto que ocupa hoy su grandiosa catedral, que principió el Santo arzobispo Olegario por los años 1128.

Verdad es que los conquistadores no recurrieron á medios violentos de ningún género para coartar el culto religioso de los conquistados: dejáronles en libertad de seguir el que quisiesen, y de nombrar sus pastores espirituales; tuvieron sus iglesias en Sevilla, Granada, Murcia, Valencia, Toledo, Badajoz, y hasta en Córdoba, capital del imperio, y permiso de tocar sus campanas ; y cuando los persiguieron algunos califas intolerantes, como Abderramán II, fué debido á las provocaciones é inexplicable celo de sus súbditos cristianos, ávidos de ceñirse la corona del martirio y de declarar en voz alta que Mahoma era profeta falso.