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El terreno era llano, el ambiente en calma, y los ruidos alcanzaban tan lejos en aquella estación del año que, aun después de haberle perdido de vista, continuábamos oyendo cada detonación de su escopeta y hasta el eco de su voz cuando azuzaba a sus perros o los llamaba.

Salud, amor, riqueza, paz y otras ventajas no satisfacían el alma de Jacinta; y al año de casada, más aún a los dos años, deseaba ardientemente lo que no tenía. ¡Pobre joven! Lo tenía todo, menos chiquillos. Esta pena, que al principio fue desazón insignificante, impaciencia tan sólo convirtiose pronto en dolorosa idea de vacío.

En Madrid y en una casa, según consta de una alusión hecha en esta comedia, se escribió poco después de la muerte de Lope de Vega, quizás en el año de 1636. Acaso se pueda deducir también de aquí que Rojas usó de un lenguaje más sencillo en sus dramas primeros, y que sólo después empleó el estilo culto. V., sobre la paternidad de esta comedia, la pág.

Facundo Quiroga fué hijo de un sanjuanino de humilde condición, pero que, avecindado en los Llanos de La Rioja, había adquirido en el pastoreo una regular fortuna. El año 1799 fué enviado Facundo a la patria de su padre a recibir la educación limitada que podía adquirirse en las escuelas: leer y escribir.

La marquesa había elegido esa estación del año, porque se prestaba mejor que otra a sus intentos.

El año, pues, de 1719, en una entrada que á los infieles hicieron los vecinos de la ciudad de San Miguel de Tucumán, descubrieron un nuevo río que se juzgó entonces ser el Pilcomayo; á la ribera de este río supieron vivía mucha gente blanca, que tuvieron por españoles.

Tenía usted razón cuando me lo aseguraba el año pasado. Y de algún tiempo acá, parece que aún le tienen mayor respeto, por no decir más miedo.

A tantas ventajas se unía la de estar todo muy a la mano: debajo carbonería, a cuatro pasos carnicería, y en la esquina próxima tienda de ultramarinos. No podía olvidárseles el importante asunto de la carrera de Rubinius vulgaris. A mediados de Setiembre se había examinado de la única clase que le faltaba para aprobar el último año, y lo más pronto que le fuera posible tomaría el grado.

En Vetusta llueve casi todo el año, y los pocos días buenos se aprovechan para respirar el aire libre. Pero los paseos no están concurridos más que los días de fiesta. Las señoritas pobres, que son las más, no se resignan a enseñar el mismo vestido una tarde y otra y siempre.

Todos los años compraba un billete entero, por rutina o vicio, quizás por obligación, como se toma la cédula de vecindad u otro documento que acredite la condición de español neto, sin que nunca sacase más que fruslerías, algún reintegro o premios muy pequeños. Aquel año le tocaron doscientos cincuenta mil reales.