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Mira , huerfanilla añadió la Inmaculada y , Pablo, óyeme bien: yo quiero socorrer a la Nela, no como se socorre a los pobres que se encuentran en un camino, sino como se socorrería a un hermano que nos halláramos de manos a boca.... ¿No dices que ella ha sido tu mejor compañera, tu lazarillo, tu guía en las tinieblas? ¿No dices que has visto con sus ojos y has andado con sus pasos?

Si usted se obstina en callarse, creeré que la causante de toda esta tragedia es usted y nada más que usted». Fortunata se volvió hacia ella. Su palidez era como la de un muerto. «Vamos a ver añadió la de Jáuregui manoteando . Si mi sobrino me vuelve a preguntar si ha entrado usted, ¿qué le digo?».

Por fin, cuando nos avisaron para almorzar, me dijo desde la butaca donde estaba sentado en mi habitación, chupando un cigarro puro y envolviéndose en una nube de humo: ¿Sabe usted, amigo Sanjurjo, que me voy de excursión con ustedes esta tarde?... , voy añadió en voz baja y con acento rápido para que Isabel no se figure que me estoy muriendo de pena. Me alegro muchísimo.

La encabezan unos jóvenes tachados de demasiado reformistas y avanzados por no decir otra cosa, añadió el secretario mirando al dominico. Hay entre ellos un tal Isagani, cabeza poco sentada... sobrino de un cura clérigo... Es un discípulo mío, repuso el P. Fernandez, y estoy muy contento de él...

El señor de Miranda tendrá mi billete dijo dirigiéndose al empleado, como si éste hubiese de conocer forzosamente a Miranda. El empleado, desorientado, se volvió hacia el viajero, tendida la diestra. No me llamo Miranda murmuró éste. Y como viese al empleado furioso, dispuesto a interpelar a Lucía con grosero ademán, añadió: ¿Venía alguien con usted, señora?

Respondieron ellos que había mucho tiempo que lo deseaban, y el no ser ya cristianos era porque no tenían quién les explicase los misterios de la fe que habían de creer, ni los mandamientos que debían observar. Pues si es así añadió el Padre, bañado en alegría es necesario levantar primero iglesia á vuestro criador y señor, y que os juntéis todos en un pueblo.

Nunca había tenido tan presentes los días en que Maldonado visitaba la casa. Castro acogió esta prueba de interés con indiferencia. Pensé que no hacía tantos días.... ¡Cómo se pasa el tiempo! añadió profundamente. ¡Claro! A usted se le pasa volando, lejos de nosotros. El joven sonrió bondadosamente y pidió permiso para encender un cigarro.

Y como lo quiero a toda costa, estoy dispuesto a conseguirlo a toda costa... Calló un instante y luego añadió con fuerza, con más fuerza de la necesaria: Hoy mismo, saldrá el Duque de esta casa. Ventura le miró con estupor.

Mi padre añadió Beatriz, siendo un mancebillo, marchose a la guerra. Esto lo digo sólo por aguijaros. Desde ya me obligo; pero no crea ninguno que he de padecer en la guerra más que aquí, ni que han de ser en ella más arduos los peligros, ni más duros los cautiverios, ni más propincua la muerte. Incomprensible os volvéis.

Una hermosa niña de ojos azules y flotante cabellera dorada apareció en la puerta, conducida por una doméstica. ¡Oh, qué tarde! exclamó la señora de Quiñones. ¿Por qué ha tardado usted tanto en traerla, Paula? añadió severamente.