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El año, pues, de 1719, en una entrada que á los infieles hicieron los vecinos de la ciudad de San Miguel de Tucumán, descubrieron un nuevo río que se juzgó entonces ser el Pilcomayo; á la ribera de este río supieron vivía mucha gente blanca, que tuvieron por españoles.

Esta profanación que, como es de suponer, causó gran escándalo en Sevilla, fué consignada por algunos escritores en papeles y hojas sueltas, y la autora del hecho fué presa y llevada á la Inquisición, donde sufrió castigo, saliendo en auto público de fe el 10 de Diciembre de 1719, condenándosela á doscientos azotes y á destierro, y en desagravio de la Divinidad se hicieron luego numerosas funcionos en los templos de Sevilla.

Habíase tenido noticia en el pueblo de San Francisco Xavier de que había algo lejos de allí una parcialidad de Guarayos que hablan la lengua Guaraní, y se esperaba hacer en ellos mucho fruto, por lo cual el año de 1719 fueron de aquel pueblo indios Chiquitos á hablarles sobre su conversión, pero se volvieron sin fruto, porque llegando al paraje de dicha nación, donde tenía sus pueblecillos, ya se habían huído, sin quedar uno sólo; y aunque les siguieron los rastros por algunos días, los perdieron en un río muy caudaloso, en que se embarcaron sin saber para dónde.

Juana Teresa Parrado, que tenía veinte y ocho años de edad, después de salir en auto, que se celebró en san Pablo, como dije al principio, en 10 de Diciembre de 1719; á los comienzos del siguiente corrió las calles de la ciudad sufriendo los doscientos azotes impuestos posando luego al destierro, donde quizá continuara su llaneza y familiaridad con el Demonio, pues como cándidamente apunta Matute en sus Anales, la mulatita «se afirmaba que desde niña había tenido pacto con él

En estas empresas había trabajado gloriosamente nueve años el P. Machoni, cuando en el nuevo gobierno de 1719 vino señalado por secretario del P. Provincial Joseph de Aguirre, por cuya causa fué preciso encargar el cuidado de aquella Reducción al P. Joaquín de Yegros, con otros dos compañeros Jesuitas.

Fué su muerte á los sesenta y cinco años de su edad, á 4 de Junio de 1719. El mismo día se celebró su entierro, á que asistió el Ilustrísimo Sr.

Por los Zamucos entraron con algunos indios Chiquitos los PP. Felipe Suárez y Agustín Castañares. Los de la provincia de Tucumán no pudieron encontrar con Pilcomayo y hallaron por fin que el descubierto por los Tucumaneses el año de 1719 no podía ser aquel río por ser éste pequeño y el Pilcomayo muy grande.

Mas sea lo que fuere de esto, salieron por Agosto de 1719 el P. Miguel de Yegros y el hermano Alberto, llevando todo recado para celebrar la Misa y lo demás necesario para fundar la iglesia de la nueva Reducción de San Ignacio Nuestro padre, llegando á la campaña que los Zamucos habían escogido para fundarla, no hallaron persona alguna; y enviando algunos por todas partes para tomar noticia de esta gente, hallaron su pueblo quemado, y supieron que se había retirado algunas jornadas lejos de allí, junto á una laguna abundante de pesca, cerrando los pasos por donde se les podía seguir.

Que no era imaginario dicho informe, se deduce de que su copia simple me la prestó en Chile D. Nicolas del Puerto, general que fué de Chiloé: quien me afirmó, que, en virtud de este informe, se escribió á los Césares, el año de 1719, por un Sr. Oidor, de quien era amanuense dicho D. Nicolas, y por órden de aquella Real Audiencia, una carta que un indio ofreció levar, y volver con la respuesta.