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El ministerial anda a paso de reforma; es decir, que más parece que se columpia, sin moverse de un sitio, que no que anda. Es, por último, el ministerial de suyo tímido y miedoso.

Más adelante al licenciado Velasco de la Cueva. Por último llegaron á casa de D. Marcelino. La tienda estaba ya iluminada. ¿No ve usted qué amigos son de la claridad en mi casa? exclamó el tendero en tono que no expresaba ninguna satisfacción. ¿Quiere usted pasar, D. Octavio? No tardará la gente en llegar. Con mucho gusto. Pase usted, D. Marcelino. Pase usted, D. Octavio.

Y al ver con la mirada vidriosa de la agonía los lentes del doctor, sus ojos irónicos bajo unas cejas mefistofélicas y la barba en punta llena de canas precoces, los infelices sentíanse animados por repentina confianza; no percibían la llegada de la muerte, esperando hasta el último momento el milagro que había de salvarles.

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Hemos cumplido con nuestro deber respondió el zapatero , y los sesenta hombres que se han quedado tendidos en la falda del Grosmann pueden atestiguarlo en último término. ; pero ¿quién ha guiado a los alemanes? Ellos no han podido encontrar por mismos el paso del Blutfeld.

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Con la última palabra, el ministro exhaló también su último aliento. La multitud, silenciosa hasta entonces, prorrumpió en un murmullo extraño y profundo de temor y de sorpresa que no pudieron hallar otra expresión, sino en ese murmullo que resonó tan gravemente después que aquella alma hubo partido.

Este botarate tiene las ilusiones de los tísicos en último grado. Pero ¡quién sabe! se engaña de seguro respecto á mismo, y acierta en lo demás.

Por esto último, digo a usted con franqueza, sin creer que en ello la ofendo, que tengo hoy bastantes bienes. De lo que poseo podrá informar a usted circunstanciadamente su cuñado y amigo mío don Braulio. »En cuanto a mi persona, usted me conoce y decidirá. que no la merezco a usted; pero el amor me hace atrevido, y de él imploro que me preste los merecimientos que me faltan.