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She is very cold, the child, and very still, with eyes closed. "Esta muerta, Feliu?" asks Mateo. "No!" the panting swimmer makes answer, emerging, while the waves reach whitely up the sand as in pursuit, "no; vive! respira todavia!" Behind him the deep lifts up its million hands, and thunders as in acclaim.

DON EDUARDO. No será indigestión a buen seguro; pero, mujer, ¿qué has hecho en todo este tiempo? ¿Cómo tienes todavía así el cuarto? Vaya, que no es mala porquería. DOÑA MATILDE. Yo ... si ... ay, Eduardo, ¿cómo te puedes enfadar tanto conmigo? DON EDUARDO. No, Matilde mía, yo no me enfado contigo ... ¿cómo había yo de enfadarme contigo?

DON EDUARDO. Amanece todavía tan tarde ... y a no haber venido sin afeitarme.... DOÑA MATILDE. ¡Oh! eso no; hubiera sido imperdonable en un día tan solemne, como lo es éste, el que usted se hubiera presentado con barbas. DON EDUARDO. Y sobre todo, hubiera sido poco limpio.

DOÑA MATILDE. No, papá duerme todavía y estará sin duda bien lejos de soñar o de pensar que el terrible momento se aproxima en que va a decidirse para siempre el porvenir de su hija única y querida ... ¡para siempre! Ay, Bruno, si pudieras comprender toda la fuerza y la extensión de esta palabra ¡para siempre!

Si comprendo una jota de toda esta geringonza.... "Posdata." ¿Todavía le quedaron más disparates en el buche?... "Ya le explicaré a usted mi proyecto cuando pueda hacerlo a solas y sin dar que sospechar; entre tanto me urge el saber si usted me concede lo que tanto anhelo, y para ello iré dentro de una hora a su casa, y le haré entrar recado por Bruno de que deseo hablarle; usted entonces hágame decir secamente por el mismo que no me quiere recibir, y yo entonces interpretaré esta repulsa a mi favor.

DON PEDRO. Así se quedó cabalmente el marqués del Relámpago cuando.... DON EDUARDO. Y le juro a usted que si no la quisiera tan sinceramente.... DON PEDRO. Además, no está todo perdido ... ella no ha dicho todavía que no, Sr. D. Eduardo. DON EDUARDO. Pero tampoco ha dicho que , Sr. D. Pedro.

MARQUESA. ¿Vive en este cuarto una mujer que lava encajes?... Pero ¿qué ven mis ojos? ¡Matilde! DOÑA MATILDE. ¡Clementina! MARQUESA. ¡ aquí! DOÑA MATILDE. ¡Oh! ¡qué gusto tengo en verte! MARQUESA. ¡Y yo!... Pero ¿qué haces en este desván? DOÑA MATILDE. Ya te diré ... es que ... ¿y , estás todavía en las Salesas?

DOÑA MATILDE. ¡Yo, que tengo la culpa de todas las desgracias de usted! DON EDUARDO. Pero qué remedio.... DOÑA MATILDE. No, jamás se realizará tan terrible separación ... si es cierto que usted me quiere.... DON EDUARDO. ¿Lo duda usted todavía? DOÑA MATILDE. ¿Desheredado por ! ¡Y yo he podido, Dios mío, desconocer un instante tanto mérito! DON EDUARDO. ¡No llore usted, por mi vida, Matilde mía!

DON EDUARDO. Y ¿qué es un cuartillo para dos jícaras?... llena la chocolatera, llénala. DOÑA MATILDE. ¡Hombre! DON EDUARDO. Llénala, y no empecemos con economías. DOÑA MATILDE. Ya lo está. DON EDUARDO. Divinamente; y volviendo a lo de anoche, ¿creerás, Matilde, que todavía me río al recordar lo asustada que estabas durante la ceremonia?

Hace más de veinte años que la escuela libre ha abierto sus puertas a la mujer del pueblo, la educación se ha extendido entre ellas en la misma proporción que entre los hombres, muchas de las mujeres que han producido nuestras escuelas son ya ahora esposas o madres y todavía estamos preguntándonos si la mujer filipina ha llegado o no a la madurez necesaria para poder ser investida de sus privilegios políticos.